3.3 - CAMINO 2008
CERRANDO LA TRILOGÍA
5-9-08 SABADELL – BCN – ASTORGA
Trece meses y medio han transcurrido desde la conclusión del Episodio II de mi particular Trilogía y la larga espera, amenizada por alguna que otra incursión caminera, ha llegado a su fin. La mochila está cargada en un peso ajustado, los bastones a punto, las botas prestas a pisar Camino, los billetes de ida y vuelta prestos a ser usados y las ganas de llegar al “finis terrae” motivando al caminante.
Salgo de mi ciudad, como cada año, usando Cercanías de Renfe a la que llego acompañado de mi habitual chófer. Me despido de Laura y empiezo el viaje con esa vieja sensación “mariposil”. Llego a Sants y me encuentro inmerso en un clima tropical inesperado, por lo que el primer contacto con mi querido “estrellado” es de agradecimiento por el aire fresco que hay en su interior. Suelto los trastos y me voy de marcha, osease al bar.
El vagón/cafetería está poco habitado, de momento, y me siento a contemplar la salida de la Ciudad Condal a través del cinturón industrial del sur. El sol se va ocultando más allá de la sierra litoral situada por detrás de Gavá mientras el "estrellado" se dirige hacia la Imperial Tarraco y yo me dedico a contemplar el litoral bajo la luz de un rojizo crepúsculo.
Poco a poco se va llenando el local con una abigarrada multitud en la que se puede ver más de un candidato a caminante. Como no tengo ganas de estar tumbado en la litera, me quedo en el bar hasta haber cenado. Una cerveza en Castelldefels, otra en Calafell, un bocadillo en Tarragona, otro en Reus y café con extras en Picamoixons.
Acabado el ágape vuelvo al coche 131, litera 053M y me preparo para pasar la noche cruzando medio país durmiendo, aunque no consigo dormirme hasta más allá de Lleida.
6-9-08 ASTORGA – FONCEBADÓN
El "estrellado" me regala una hora de retraso y a las siete llego a Astorga. Me dirijo hacia la muralla y accedo al Camino cruzando entre la Catedral y el Palacio Episcopal. Salgo de Astorga y me llevo la primera sorpresa caminil: La ermita del Ecce Homo está abierta y es visitable.
Pausa, visita y charla amena con la persona que cuida de la misma tras la que prosigo hacia Murias de Rechivaldo con un buen frío. La cruzo y continúo hacia Santa Catalina de Somoza donde me tomo una pausa de pies con bocata, que se alarga una hora ( se está tan bien al sol ...)
Bien avituallado y re-hidratado ( bueno mas o menos ... con unas “gotitas”) retomo el ascenso hacia los Montes de León y en el camino hacia El Ganso entablo conversación con una peregrina italiana que va aterida de frío. Andamos juntos un par de kilómetros en los que hablamos, como no, del Camino, mientras disfrutamos de la hermosa vista del Monte Irago hasta que ella hace una pausa y yo continúo hacia Rabanal.
Pasado el cruce de Rabanal Viejo, sigo las flechas que llevan hacia el andadero abierto en el bosquecillo hasta que me canso de pisar raíces, ramas y piedras y, en un punto en el que el sendero se acerca a la carretera, lo abandono y sigo andando por el inexistente arcén.
Al poco me alcanza un grupo de jóvenes que me preguntan acerca de Manjarín. Hablando de Tomás y de su refugio paso por delante del Roble del Peregrino sin verlo y llego a Rabanal casi sin darme cuenta. Ellos se paran a comprar vituallas y yo sigo hasta la fuente que hay a la salida de Rabanal donde descanso un poco antes de afrontar la subida al Teleno.
Dejo atrás Rabanal para afrontar el final, en subida, de la jornada y cuando el camino se hace abrupto empiezo a notar la falta de horas de sueño de anoche. Suerte que el paisaje es tan espectacular que deja el cansancio en segundo término.
Finalmente diviso Foncebadón y llego al albergue Monte Irago poco después de las dos. Marta (conocida de un camino anterior) está ocupada con visitas, ya la saludaré más tarde. Me instalo en la buhardilla, me ducho y sin hacer la colada me voy a la Taberna de Gaia para degustar la cocina de Enrique.
Al ir solo me instalan en una mesa con otra gente y allí entablo conversación con un matrimonio holandés y tres astures (un tío y sus dos sobrinos) ciclistas. La pareja ya está acabando y nos quedamos los cuatro del país por lo que ya no tengo que hacer de traductor.
Al acabar la excelente comida ( sopa de trucha, estofado de ciervo y tarta de chocolate) le damos al café, las infusiones y los licores varios. En plena noria chupitera, se apunta a la sobremesa el responsable del buen yantar y estamos más de una hora y media hablando de todo un poco. Para que Enrique pueda comer, nos vamos: los astures hacia Ponferrada y un servidor hacia el albergue.
Se me ha hecho tarde para la colada, pero aprovecho los últimos rayos del sol viendo, en la distancia, Astorga y alrededores. Cuando el sol se esconde entro a saludar a Marta, pero está dando de cenar y me voy al Convento. Aún no he pedido cuando aparecen los ByL: se acabó la escritura y empieza la fiesta: buen vino y mejor tertulia. Ni cenamos ni nada. A una hora prudente (las nueve de la noche) se van a buscar hospitalidad y quedamos para mañana en el Acebo.
Regreso al albergue y finalmente puedo hablar con Marta ya que ha terminado de dar la cena. Recordamos otros tiempos, otros lugares, otras circunstancias y hablamos del presente y del futuro. A las diez no puedo con mis párpados y me voy a la buhardilla a dormir.
7-9-08 FONCEBADÓN – PONFERRADA (En principo)
El personal se ha comportado y no han hecho mucho ruido. Me levanto a las siete, recojo los bártulos y bajo a desayunar. Un buen desayuno y después de despedirme de Marta, salgo a la calle cuando los primeros rayos de sol iluminan Foncebadón.
Al pasar delante del albergue parroquial veo a los amigos de ByL. Están de charla con el hospitalero y, al verme, me recuerdan la cita que tengo con ellos en El Acebo. Retomo la marcha hacia la Cruz de Ferro bajo un cielo sin nubes que anuncia un día caluroso.
Cuando llego a la Cruz compruebo que, cada vez más, es un basurero. Con la manía de colgar toda clase de objetos (que no piedras) la cruz y el montículo más parecen un estercolero que un hito del Camino.
Mientras continúo hacia Manjarín el sol va fundiendo la escarcha y devolviendo a la flora sus colores originales. Voy disfrutando de la vista espectacular de los Montes de León hasta que, sin darme cuenta, llego a lo de Tomás. Entro a saludarle y a decirle que tendrá visita lo que le alegra, tanto es así que en cuanto aparecen por la curva les saluda tocando la campana.
Presencio un encuentro de amigos genuino y les dejo para proseguir a mi ritmo. Cuando estoy llegando cerca de la base del monte de las antenas militares, unos pajarracos (perdón ... pajaritos) me indican un camino distinto para bajar a El Acebo.
Un servidor y dos bilbaínos seguimos a los guías del Irago por una senda distinta que, a través de un suave y casi siempre sombreado descenso, nos deja casi a las puertas de El Acebo en mejores condiciones que si hubiéramos usado el camino marcado. Claro que el peaje a pagar será una sesión ByL (por otro lado es un gustazo)
En el Mesón Goya, recibidos como si de la familia fuéramos, disfruto de un tiempo de beber y yantar que ya quisiera más de un@. Tras la enésima ronda de tinto de verano y mientras ellos siguen un rato más yo levanto el campamento con la intención de llegar a Ponferrada.
Pero no he calculado el efecto que causa en mí lo ingerido y el tramo hasta Riego me resulta difícil de andar, pero la bajada hacia Molinaseca se me hace casi imposible. Cuando llego a la altura del Albergue Santa Marina son las tres y media y mi cuerpo se rinde. Saludo a Alfredo y me instalo.
Con los deberes hechos, me siento en la sombra de la terraza dispuesto a descansar, escribir un poco y departir con los otros albergados, cuando veo llegar a la pareja y, junto con Alfredo, montamos una buena mesa.
Poco antes de la cena, los chicos se van a Ponferrada (de concierto) y yo declino la invitación. Cena multinacional rica y agradable, café de máquina y a dormir. Mañana intentaré recuperar la planificación.
8-9-08 MOLINASECA – VILLAFRANCA DEL BIERZO (En principio)
Noche sin sobresaltos y despertar similar. Bajo a desayunar y al acabar subo a empacar. Me despido de Alfredo y de su mujer y empiezo a andar con la luz del día que promete ser tan soleado como el de ayer por lo que me temo que no podré llegar a mi objetivo de hoy (Villafranca).
Voy bien de fuerzas y llego a Ponferrada en poco más de una hora (voy por la carretera y no por Campo). La ciudad está en fiestas y, a la hora que llego, está en plena resaca: sólo trabajan los servicios básicos (policía y limpieza). Los bares están cerrados por lo que cruzo la laberíntica ciudad con más pena que gloria.
Cuando llego a Columbrianos toca tiempo de bar/pausa. Reanudo el andar bajo un fuerte sol y sin viento que alivie el calor. Paso por Fuentes Nuevas rodeado de gente en el Camino (todo tipo de ***grinos) y al llegar a Camponaraya ... me topo con los ByL tomándose algo (vino “of course”) con unas “chavalitas” a la sombra, tan frescos como si no hubieran trasnochado (¿de donde sacarán las fuerzas?).
Charlamos un buen rato y retomamos el camino. Su ritmo es mayor que el mío por lo que al llegar a la cooperativa vinícola ya no les veo (tal es la distancia que me han sacado). Cruzando la autopista uno mis pasos a los de un joven francés (62) que habla muy bien el español. Con el llegaré a Cacabelos tranquilamente y sin prisas ya que la canícula es importante y el asfalto del tramo final se adhiere a las botas.
Arribamos al albergue pasadas las tres. Rutina de llegada y con las labores hechas me voy a dar una vuelta y, de paso, poner los pies en la playa fluvial. Con el paseo compruebo que al ser lunes hay poca oferta de restauración y en el río Cúa mis pies disfrutan enormemente.
Al haberme saltado la comida acepto la propuesta de Daniel, mi compañero de cuarto, para ir a cenar en horario europeo. Ante la falta de oferta de locales le propongo ir al Mesón Refugio, donde tan bien cené en 2004, y a fe que ha sido un acierto ya que hemos hecho un menú degustación a nuestra medida: tabla de embutidos, gambas al ajillo, setas salteadas con queso y salsa tibia de puerros con cecina, todo ello regado con un buen tinto joven berciano. La vuelta al albergue ha sido un paseo agradable disfrutando del fresco nocturno.
9-9-08 CACABELOS – RUITELÁN
Me despierto a las siete y al salir del cuarto veo que está lloviznado. Café de máquina y empiezo a andar cubierto con el poncho. Antes de salir de Cacabelos ya no llueve y me quito el plástico ya que voy sudando. Eso sí, lo dejo a mano por si acaso.
Pasado Pieros, las flechas llevan al peregrino fuera de la carretera pero las ignoro ya que me parece el típico desvío turístico-comercial así que prosigo por el arcén hacia el cruce de los Valtuilles. Un poco más allá retomo camino de herradura para pasar frente al taller del escultor Nogueira y llego a Villafranca pasando por la Iglesia de Santiago.
Una vez cruzado el río Burbia me detengo en el Hostal Casa Mendez para hacer un desayuno adecuado. Con el depósito lleno, salgo de Villafranca hacia la Vega del río Valcarce y su camino amarillo. Al llegar a la N-VI veo que el camino ya no es tan amarillo, pero la vega está espléndida y el tráfico es escaso por lo que se anda muy bien.
Al llegar a Pereje necesito hacer una pausa de pies tras la que prosigo hacia Trabadelo, donde sigo las flechas a pesar de saber que se anda más que por carretera. Cuando llego a La Portela mis pies están quejosos por lo que paro, botas fuera, calcetines a secar y pies oreando. Aprovecho para comer el embutido sobrante de la tabla de ayer ya que en el Pequeño Potala participaré de la cena comunal (en horario europeo: siete y media).
Al volver a andar empiezo a notar el peso de los kilómetros y mi ritmo va bajando pero finalmente llego a Ruitelán. Saludo a Carlos, le pido la suite del ático y procedo a la rutina alberguera. Para dar novedades a casa hay que salir a buscar la señal de móvil al tercer árbol subiendo hacia Las Hererías. Aprovecho la salida para refrescar el gaznate en el bar cercano.
Vuelvo al Pequeño Potala y me uno a la charla de la terraza con una gallega de Alemania (Sonia) una canadiense de Montreal (Marie Helène) una inglesa de Sudafrica (Patricia) y su amiga afrikaans (Germaine) todo ello en inglés. Cuando se añade más gente empieza a ser un lío idiomático que se interrumpe por el sonido de varios truenos. Todos a correr para recoger la ropa y llevarla al balcón del ático. Cae un buen chaparrón por lo que la tertulia se traslada al interior mientras esperamos la cena comunitaria. A diferencia de mis anteriores visitas hoy somos mayoría los españoles (siete).
A las siete y media Carlos nos hace pasar al comedor, desea buen provecho en más de diez idiomas y empieza el ágape. La ensalada es de foto y abundante, el vino denso y recio, la sopa de huevo y ajo reconfortante, los espagueti a la carbonara riquísimos y las natillas de remate.
Conforme va circulando el vino las lenguas se van soltando y el ambiente, antes tenso, se relaja. El buen humor reina en la mesa, la cacofonía de idiomas es tremenda y aunque se hable el inglés, el español prevalece ya que más de cinco guiris dominan bastante la lengua de Cervantes.
A las nueve se da por concluido el ágape. Unos vamos al café, otros al locutorio ( 3º árbol) y otros a dormir. Con el parte entregado y la cafeína ingerida me voy a dormir ya que mañana me toca la etapa reina de la vuelta, o sea tres puertos, a saber: O Cebreiro, San Roque y el Poio.
10-9-08 RUITELÁN – BIDUEDO
Noche plácida y con un despertar que, no por menos esperado, ha sido muy placentero: Ave Maria de Schubert (la Callas en su esplendor), Pavarotti, Carreras, Domingo, Maldonado ... ¿que más se le puede pedir a un inicio del día?. Pues un desayuno “tres tenedores” que pone a punto el motor del caminante.
A las ocho y cuarto, y con las primeras luces del día, me despido de Carlos y emprendo la marcha hacia Las Herrerías. La lluvia de ayer sale de la tierra en forma de jirones de niebla que dan a Los Ancares un aire mágico. Bajo hacia Las Herrerías, la cruzo y empiezo el acercamiento a la temida subida de La Faba, que me hace sudar casi antes de iniciarla.
Poco a poco, piedra a piedra me voy acercando al mirador natural de Los Ancares. Casi sin fuerza, pero llego a La Faba. Tiempo de re-hidratación breve y prosigo hacia el último núcleo habitado de León: La Laguna de Castilla.
El cielo se ha ido abriendo y el sol brilla en lo alto por lo que el paisaje es espléndido aunque O Cebreiro sigue oculto por nubes. Habrá que ver que recibimiento me tiene preparado Galiza. En La Laguna hay nuevo bar y albergue. Tiempo de pausa y empanada, tras el que retomo el ascenso hacia El Cebreiro.
Llego al filo del mediodía y veo los restos de los días de fiesta. Breve visita a la iglesia, cruzo el villorrio y continúo hacia Liñares donde me regalo una pausa en plan “Esplendor en la Hierba”: tentempié liquido al sol viendo el final de Los Ancares leoneses.
Prosigo con la super-etapa iniciando el ascenso al Alto de San Roque. Al llegar, tiempo (breve) de fotos y retomo el andar hacia la última tortura de hoy: El Poio. Paso por Hospital (ya no de la Condesa) y sigo hacia Padornelo. Consigo coronar El Poio sin echar el bofe y me regalo un bocata de lomo con “queixo” de la “simpática” Remedios.
Tiempo de pausa al sol y al viento y emprendo el descenso alcanzando a Lady Germaine (va sin mochila, con las joyas y las gafas Chanel) a la que escolto hasta el albergue A Reboleira, en Fonfría, para seguir yo solito hasta Biduedo.
Alojamiento en casa rural (lujito) descanso, escritura, cerveza, moscas, cena (regular) y buen descanso nocturno.
11-9-08 BIDUEDO – SARRIA
De madrugada me despierta el ruido de la lluvia. Definitivamente hoy me mojaré. Abren el bar tarde y empiezo el descenso hacia Triacastela a las ocho y media, bajo un aguacero intenso que limita la visión. Cuando llego al Bar Xacobeo han pasado dos horas y necesito una pausa.
Más o menos repuesto, salgo para ir hacia San Xil. No llueve por lo que no me pongo los plásticos y salgo de Triacastela bajo un cielo ambiguo y con un aire más frío que fresco. Inicio el ascenso a San Xil pisando la consabida bosta y oliendo el “delicado” aroma que la misma desprende. Consigo llegar al altiplano con pocas paradas.
Poco antes de llegar al Alto de Riocabo vuelve a llover y me toca plastificarme de nuevo, aunque por poco tiempo ya que nada más empezar el ascenso, vuelve a salir el sol. A través de un bosque denso de “carballos” y pinos, el camino va cruzando pequeñas aldeas: Montán, Fontearcuda, etc (poco más que cuatro casas).
En Casa do Franco hago pausa de pies y avituallamiento. Estoy en ello cuando vuelve a llover y me toca volver a andar plastificado. A la altura de Aguiada puedo quitarme la capa y llegar a Sarria algo más fresco.
Son las tres y media cuando llego a O Durmiñento y Raquel me recibe en la puerta como si un familiar fuera (esta mujer es un cielo). A pesar de voy sudado como un condenado a galeras en verano, me abraza, me estampa dos besos, me manda arriba y me emplaza para después.
Me instalo, aseo y ya recompuesto bajo a recepción donde me espera Raquel para hablar, hablar, hablar y contarnos todo lo que nos ha acontecido en el tiempo que hace que no nos vemos. Llega José Luis y otro tanto, aunque a su manera, ya que es persona más de interiores.
Estoy tan a gusto que decido ni salir a pasear por Sarria. Cenaré en el albergue y volveré a disfrutar de la excelente cocina de José Luis. Ya en la sobremesa y después de dos platos de minestrone, una tortilla de finas hierbas, dos pimientos rellenos y un flan prosigo la charla, grupal, con Raquel y Cia.
Entre la compañia está el reflexoterapeuta que, usando a un tertuliano, nos hace una demostración de sus habilidades. El colega andaba muy mal y después de la tortura (rápida) puede andar con normalidad, es decir sin el paso del pato mareado tan conocido en el mundo caminil. Raquel me ofrece los servicios del artista pero habiendo visto las muecas y oído los quejidos de la “victima” declino la oferta y él se va dejándonos continuar con la charla de sobremesa.
Cuando ya creía que me había librado de la tortura, el muchacho vuelve y me dice que me ha visto andar mal. A pesar de mi negativa (forzada) él insiste y la cosa quedó así:
Un tío me tocó, me hizo daño y me causó varios morados pero desde ese día mi pié derecho pisa correctamente.
A las diez, Raquel y José Luis se marchan porque tienen una cena. Me despido de ellos dándoles las gracias por la acogida y prometiendo volver. En menos de diez minutos ya estoy roncando.
12-9-08 SARRIA – PORTOMARIN
Me levanto a las siete y bajo al comedor con los trastos. Acabo de montar y a las siete y media subo por la calle Mayor para encontrar un bar y desayunar. Al filo de las ocho empiezo la jornada, ya con las primeras luces del día.
Paso frente la Prisión Preventiva (totalmente restaurada), dejo el convento a mi derecha y voy hacia Ponte Aspera para salir de Sarria. Tras cruzar la vía férrea por encima y el viaducto por debajo, enfilo la larga subida que cruza el bosque de “carballos”. A media subida empieza a llover, por lo que toca sauna móvil.
Al llegar a Barbadelo ya se ha abierto el cielo. Fuera plásticos, pero me dejo el polar puesto porque hace frío. Hago pausa de café con leche en Casa Nova tras la que prosigo mi andar por los caminos más o menos llanos que esquivan los múltiples minifundios de la Galiza rural.
Paso por el falso Km. 100 y las “chavalitas” (Cristina, Bernie y Nadine) están brindando con cava el hecho de alcanzar el hito. Me uno a la fiesta que se repite en el auténtico (algo más allá) y seguimos andando.
Antes del tobogán de Ferreiros hago una pausa de pies para afrontarlo en mejor forma. Superado el obstáculo llego a Couto y empiezo el largo descenso hacia Portomarín. A mi izquierda veo el valle del Loio y al frente el embalse de Belesar. El camino baja y baja por sendas que requieren atención por la cantidad de piedras que hay.
En Mercadoiro hay un nuevo bar/albergue con una buena terraza en la que me tomo un descanso con avituallamiento para atacar los cinco últimos kilómetros algo mejor. El negocio los llevan dos chicos de Valencia que están siendo objeto del “ataque” de las “chavalitas”.
Al igual que las otras veces, el último tramo de bajada hacia el Miño es rompedor y cuando llego al Albergue Ferramenteiro estoy roto. Me recompongo y, con los deberes hechos, me voy a la quesería a tapear y escribir un poquito. Caen dos raciones de “tetilla” y casi una botella de turbio.
Vuelvo al albergue y, al ver que no se secará la colada, uso la secadora y punto. Recibo unos mensajes de nuestra “conecting” diciéndome que Paco Jabato anda por el Primitivo, por si me parece bien andar unos días en compañía. Le llamo y me dice que después de haber disfrutado de la compañía de Doña Sole haciendo el Camino del Salvador más el Primitivo le apetece compartir la romería conmigo y quedamos en encontrarnos mañana en Palas de Rei.
Para cenar voy al Mesón Martínez (bien) y tras un café, en el camino de vuelta al albergue dedico un tiempo a contemplar el cielo estrellado. Me acuesto pronto ya que mañana, para poder acabar la jornada en Casa Domingo, tengo que andar 30 Km.
13-9-08 PORTOMARIN - PONTECAMPAÑA
Contra lo que tengo por costumbre, salgo de Portomarín antes de que amanezca y tras la subida hasta Cortapezas me encuentro con una niebla espesa, que no se abre hasta llegar casi a Gonzar. Sigo subiendo hasta Castromayor y allí me paro a desayunar.
Con el depósito lleno prosigo el ascenso hacia Hospital y tomo el camino hacia Ventas de Narón. El sol ya está en pleno apogeo y apretando de lo lindo cuando llego a Casa Molar. Como estoy cerca del Alto de Ligonde, pues pausa para recuperarme y airear los pies.
Llego al Alto en un pis-pas y prosigo el descenso saludando a los que me adelantan ya que mi ritmo no es demasiado rápido. De Ligonde a Eirexe vuelvo a andar con Daniel (el francés de Cacabelos). El se queda en Eirexe porque quiere repetir la experiencia del año 2003.
Prosigo solo, bajo un sol inclemente y con poco aire. En Portos hago pausa en el mismo bar del 2005 (por cierto, con albergue desde 2007) y llamo a Jabato para ver por dónde va. El ya está en Palas y le digo que coma, ya que es la una y media y a mi me faltan más o menos dos horas para llegar.
Efectivamente, llego a Palas a las tres y media, nos saludamos (bueeeeno, vaaaale, nos abrazamos) y salimos hacia Pontecampaña mientras nos contamos las mutuas vicisitudes. Al ir con Paco hago los últimos seis kilómetros en menos tiempo que los cinco anteriores y antes de las cinco ya estamos en Casa Domingo e instalados.
Gastamos el tiempo hasta la cena con una charla al sol en la terraza con el resto de los llegados. Hoy somos mayoría los españoles ya que hay dos alemanas y una japonesa. El resto (11) somos del país.
La cena es exquisita y abundante: caldo gallego, lentejas, ensalada, arroz con zanahorias, costillas de ternera, pollo, vino y agua. Todo sin límites, postre y café por 9 euros (chupitos aparte, que los hubo). A las diez ya estoy durmiendo la mona ( yo y todos los nacionales)
14-9-08 PONTECAMPAÑA – RIBADISO DA BAIXO
Hasta las siete y media no se ha movido nadie ( ni los guiris). Salimos a las ocho en busca de una dosis de cafeína más o menos a unos cuatro kilómetros, en el bar Los Dos Alemanes (sic) frente a Casa Somoza. Nos unimos al resto de los colegas de cena de anoche y le damos al café, al zumo y al bizcocho casero (!!!mmmm¡¡¡)
Una vez repuestos proseguimos (Paco y yo) hacia Leboreiro con la mente puesta en el pulpo de Melide. Breve visita al Cristo de Furelos (están a punto de cerrar la capilla) y llegamos a Melide precedidos de los petardos. Están de fiestas y las charangas no paran de circular por la villa.
Nos aposentamos en A Garnacha (pulpería que se encuentra en el Camino, antes de Ezequiel) donde caen tres raciones de pulpo y una botella de blanco turbio más un tiempo de charla con dos chicas (de Rioja y Alcañiz, con la turolense me une el tema laboral). El pulpo está sublime, el vino fresco y muy bueno, la charla amena y el ambiente del local genial (repetiré).
Finalmente salimos y nos unimos al río de gente que va al centro y siguiendo a una y otra charanga vamos hacia la salida más ebrios que serenos. Como siempre que “pulpeo”, el camino hacia Boente es difícil y brumoso y al llegar tengo que pausear y re-hidratarme. Paco se adelanta (a su ritmo) y quedamos en vernos en Ribadiso.
Llego al albergue a las cuatro, algo tocado pero no hundido. Rutina “caminil” y nos vamos a probar el nuevo mesón que han abierto justo al lado de ese “peasso” albergue. Buen tiempo de relax, charla y “friendship” porque nos encotramos con las “chavalitas”.
Antes de la cena recojo la colada y preparo la mochila para mañana. Cenamos en el mesón, en compañía de Cristina, Nadine y Bernie dando cumplido a la petición del brother ( ... y cuidadme a las “chavalitas”). Por supuesto que Paco está encantado de cumplir el encargo y está disfrutando de la romería (!!!brasevisto¡¡¡)
A las diez ya estoy acostado. La etapa de hoy me ha agotado.
15-9-08 RIBADISO DA BAIXO – PEDROUZO (ARCA)
Que manía con las prisas en el Camino. Aún está oscuro y he sido el último en levantarme de las tres habitaciones del primer edificio del albergue. Cuando salgo para empezar a andar son solo las siete y media y aún es noche cerrada.
Llego a Arzúa buscando la cafeína y allí me reúno con Paco. Una vez avituallado y dopado (bendito ibuprofeno) me pongo a andar antes que él ya que su ritmo es mayor que el mío y quedamos en hacer una pausa en Salceda. Al pasar por Calle vamos juntos ya que hoy llevo (aún) un ritmo más parecido al suyo y nos planteamos parar ahí, pero el bar está a tope de gente y seguimos hacia Salceda.
Al llegar ahí nos llevamos una sorpresa ya que el bar está cerrado por lo que continuamos hacia Enpalme para “pausear” en el bar del cruce. Cuando llego, Paco ya está acabando y hacemos el relevo. Tortilla de queso, cerveza y algo más de doping para afrontar el descenso hacia Pedrouzo.
Llego al albergue a las dos y media. Me instalo, aseo y paso de colada (ya la haré mañana). El albergue sigue tan mal como en 2004, no he visto ninguna diferencia (a parte del set de celulosa) con la nueva gestión y/o canon.
Salimos a cervecear y dando una vuelta por la villa, visito el nuevo albergue privado que tiene buena pinta. Este año veo mucho negocio nuevo: bares, restaurantes, albergues (ya veremos si duran)
Quedo con Paco que cenaremos en el clásico Compás y mientras llega la hora voy a darle a la tecla un ratito. Tras una cena de comida casera nos vamos a dormir ya que la sobremesa nos ha salido un tanto amarillo-herbosa.
16-9-08 PEDROUZO (ARCA) – SANTIAGO DE COMPOSTELA
Noche de frío ya que, por causa de unos ocupas milimétricos (pero cabrones), mi saco ha pasado a mejor vida y no hay mantas. En cuanto el tráfico de gente se intensifica, me levanto, cojo los bártulos, me acabo de equipar en el comedor y a las siete salgo del cuchitril para ir a desayunar.
Bien repostado y aún de noche, salgo de Pedrouzo, linterna en mano, por el bosque de eucaliptos, que separa Arca de San Antón, cruzándolo en plena oscuridad. Al llegar a Amenal la luz del día ya es total y enfilo la larga subida de Cimadevila. Es la tercera vez que hago este ascenso pero hoy se añade a la tortura del remonte, la de contemplar el destrozo causado por Fadesa.
Tras recuperar el aliento, foto de rigor en Cima Barreira y me lanzo cuesta abajo hacia San Paio pasando por la cabeza de pista del aeropuerto de Labacolla. Descansito, café con leche y, mientras espero a Paco, charlo con otros compañeros de camino.
Cuando retomamos la marcha vamos seis en grupo hasta la siguiente pausa, en San Marcos, a la que llego bastante cansado (por seguir el ritmo de los demás). Bocadillo, cervezas, doping y enfilamos el tramo final dejando el monstruo de cemento de lado y acelerando el paso para llegar al Obradoiro a las dos.
Los neófitos gozan y los repetidores ... pues también. Nos citamos a las siete y nos vamos a la Pensión de Encanto. Ducha de escándalo, cervecita y nos vamos a dar una vuelta para hacer un poco de “shoping” (saco de dormir, pantalones, etc.)
Tarde de reencuentros que culminamos con una cena en Casa Manolo con los dos colchoneros, el señorito de Zafra y el amigo cántabro. El local está cuasi vacío (sin cola para entrar) pero el servicio es tan rápido como siempre. Al acabar la cena pedimos café y la hija de Manolo nos invita a orujo, con el que seguimos fuera, en una terracita en la Plaza Cervantes.
Después de varias libaciones nos toca acompañar al extremeño en busca de su hotel (no se acordaba de su ubicación) y al santanderino a La Salle. Total, que nos acostamos a las once en nuestras cómodas y limpias camas con sábanas y mantas.
17-9-08 SANTIAGO – NEGREIRA
A causa del trasnoche de ayer nos levantamos tarde (las ocho) y tras un buen desayuno servido por Esther iniciamos el camino a Fisterra cruzando la plaza del Obradoiro frente al Hostal de los Reyes Católicos. La salida de Santiago es mucho más corta que la entrada pero no está muy bien señalizada, hay que ir con mucho cuidado para no perderse.
Cruzamos el río Sar en Ponte Sarela y empezamos a subir, llanear y bajar pisando caminos y carreteras y cruzando bosques de pinos y eucaliptos. Entre Moas y el Alto do Vento podemos ver las señales de los fuegos del 2007 aunque suavizados por el exuberante verdor del sotobosque gallego.
Tras la larga recta que nos lleva a Augapesada empieza el imposible y agónico ascenso hacia el alto de Mar de Ovellas. Son dos kilómetros que me hacen jurar en arameo y me dejan al borde de una pájara descomunal ya que no he hecho pausa de avituallamiento y Paco ha puesto la directa dejándome atrás con una facilidad pasmosa.
Tomo aire y agua en la fuente de Santa María de Trasmonte para iniciar el descenso hacia Puente Maceira mientras voy dando forma “in mente” a mi venganza por el engaño de “el bar está cercita”. Cuando llego, casi “in extremis”, tengo la cerveza y el bocata a punto y me lo sirve una “carioca” que disipa todas las ganas de asesinato que llevaba pergeñando en los últimos cuatro kilómetros.
Tras un largo y reponedor descanso, retomamos la marcha pero el puente y el río frenan el andar ya que acaparan la atención del objetivo de la cámara por su espectacularidad. El camino prosigue llaneando por el fondo de varios vallecillos hasta que al llegar a la localidad de Barca empieza el ascenso (otro más) que nos lleva a Negreira.
Tras varios toboganes salimos de la villa para ir al albergue que está situado, como no, al final de otra subida “heavy”. Llego roto, pero llego. Después de coger cama (si, he dicho cama y no litera) Paco se ofrece a hacer la cena y a ir a comprar lo necesario y a mí me va de “a buten”.
Aseo, colada y tiempo de relax, charla y escritura durante la que el albergue recibe la visita de la prensa. Un periodista de la Voz de Galicia que entrevista a una pareja (francés e italiana) que están haciendo su luna de miel en el Camino (Norte – Primitivo – Fisterra).Mientras la “hospitalera” conduce la entrevista, Jabato me cuenta que conoció a Agnese y Benoit en San Pedro de Retorta y desde entonces fueron coincidiendo.
Tras una ardua batalla con los fuegos de la cocina la paella está lista para ser comida y nos ponemos a ello con la ayuda de un rioja Barberana. Paco es un cocinero excelente y nuestra pitanza despierta la envidia de los comedores de espagueti y otras pastas. Invitamos a la parejita y a otros (ya que hay “pa dar y vender”) con lo que el ágape se generaliza.
Corta sobremesa y a dormir aunque, a poco de conciliar el sueño, hay una bronca en germánico.
18-9-08 NEGREIRA - MAROÑAS
El mismo tipo que anoche montó un “pollo” porque un muchacho hizo uso de su linterna antes de la hora de silencio, se ha levantado y ha abierto la luz sin tener en cuenta al resto del personal. Debo hacer constar que el personaje es el piloto de un coche de apoyo: la mujer anda y él conduce. Asimismo debo explicar que el individuo en cuestión ha dejado en manos de la caminante la recogida de toda la parafernalia que llevan: edredones, cojines, cafetera, etc.
Como remate decir que cuando este impresentable salía del albergue ha dicho en voz alta BUEN CAMINO y como nadie le ha respondido, ha soltado: ¿NO BUEN CAMINO? y todos los presentes (autóctonos y foráneos) hemos dicho al unísono: ¡¡¡NO!!! por lo que se ha ido echando sapos.
Después del numerito hemos empezado a caminar a las ocho y media pasando, en subida, por San Xulián de Negreira. Tras cruzar las pocas calles de esta aldea dejamos atrás Negreira por una senda que atraviesa un bosque mixto de “carballos” y eucaliptos.
Un par de horas de toboganes y llegamos a A Pena. Desvío hacia el bar Novo (en la carretera) y nos premiamos con una pausa colesterólica: dos huevos fritos (de corral) con patatas, cerveza, café y orujito de hierbas. Tras la larga pausa proseguimos por carretera ya que el camino se une a ella un poco más adelante.
Desde A Pena hasta Vilaserío el camino transcurre por el arcén de la carretera AC 5603. La pesadez del asfalto motiva una pausita en el bar antes de afrontar la continuación carreteril hasta Cornado. Ahí el camino retoma la senda forestal para, a cambio de un par de toboganes, dar sombra al caminante.
Salimos de la foresta frente a un altiplano con más prados y cultivos que árboles. Por caminos de herradura y con continuos zig-zags, causados por la parcelación, el camino nos lleva hacia Maroñas. El sol de mediodía da de lo lindo, tanto, que llegando a Maroñas no veo la concha que indica hacia Santa Mariña y voy hacia la carretera.
Al saber que mi destino de hoy está a algo más de un kilómetro después de Maroñas (ya que la avanzadilla, osease Jabato, ya ha llegado) tiro de arcén y con las últimas reservas llego al Bar Antelo.
Cambio rutina por comida y una vez repuesto el combustible, me aseo, hago la colada y me regalo una pequeña siesta. Por la tarde compartimos terraza y tertulia con los co-habitantes del ático: dos chavales de Madrid y dos alemanas. Con ellos llegaremos a Fisterra, ellas van hacia Muxía por Dumbría.
En la cena compartimos mesa y charla y las chicas se marcan el detalle de invitar a chupitos, según ellas para darnos las gracias por las informaciones que les hemos facilitado. Tras varios “prosit” nos retiramos a dormir.
19-9-08 MAROÑAS – CORCUBIÓN
A pesar de que la etapa de hoy es larga, no empiezo a andar hasta las ocho ya que el bar lo abren a las siete y media. Tras desayunar salgo a la niebla para iniciar la etapa reina del camino de este año (28 kilómetros según las guías, pero son algunos más)
Pocos minutos después de salir del albergue el camino inicia el ascenso hacia el Monte Aro por una carreterita que lleva a la aldea de Bon Xesús. La densidad de la niebla no me permite ver nada más allá de 50 metros por lo que me ahorro la tortura de ver la subida que tengo que hacer. Esa dulce ignorancia me hace más llevadero el ascenso.
A poco de iniciar el descenso hacia Corzón , encuentro un desvío provisional que, más adelante, lleva al caminante a un pequeño lío, ya que la niebla no da visibilidad y una flecha amarilla en plena curva hace ir a la izquierda cuando bastaría con seguir 100 metros por la carretera hasta Corzón. Aviso a Paco a tiempo ya que el camino flechero está cortado y hace dar un rodeo inútil de más de un kilómetro. Continuamos hacia Olveiroa en leve descenso y por carretera (hoy me voy a hartar de asfalto)
En Olveiroa desayunamos en la pensión As Pías para poder afrontar el ascenso hasta Hospital y a fe que es necesario el repostaje. Nada más salir, empieza la subida por la pista del Vao do Couso que bordea un par de embalses del río Xallas.
El paisaje es bárbaro, aunque el peaje no lo es menos: tremendas subidas y bajadas con piedra suelta que obligan a prestar atención al firme que pisamos. Cuando creo que he llegado al final de la subida (Hospital) descubro que estoy equivocado. Estoy en Logoso y aún me falta más de un kilómetro para llegar al punto más alto de la jornada de hoy.
En Hospital me doy una pausa de media hora ya que hasta Cee la guía indica 12 kilómetros sin nada en medio. Pues bien, no es cierto ya que son casi 15 y además, gracias a los incendios, no hay sombra ni fuentes (bueno, hay una fuente pero no lo supe hasta llegar a Corcubión, está en la ermita de San Pedro Mártir).
Tras tres horas y media de andar bajo el sol llego a Cee totalmente roto por tres causas: la insolación, la tristeza causada por el resultado del fuego y la terrible bajada final. Jabato me lleva dos horas de ventaja y cuando me reúno con él ya ha comido. Quedamos que él va a comprar vino para la cena comunitaria y seguirá hacia Corcubión. Yo ya llegaré cuando y cómo pueda.
Tengo el cuerpo dolorido y la moral baja (casi rompo a llorar) pero, tras un descanso de media hora, reúno los trozos y poco a poco cruzo Cee y Corcubión para llegar al albergue de San Roque a las seis y media.
Han sido más de diez horas y la factura que pago es alta ( tres ampollas y la moral hundida) pero he llegado y eso es lo que cuenta. Además las hospitaleras Pilar y Laia ( madre e hija) me dispensan tal acogida que recomponen mi moral hecha añicos. Tras la ducha, y con el cansancio en el olvido, hago caso de sus recomendaciones y me limito a descansar mientras ellas cuidan de nuestro bienestar.
A la hora de la cena comunal somos una mesa de 14 muy peculiar: Por origen hay 4 italianos, 2 polacos (DE POLONIA), 1 francés, 1 noruega, 2 madrileños, 4 catalanes y ningún alemán (todo un milagro). Hasta aquí bien ... pero tenemos un matrimonio en viaje de bodas y un peregrino italiano de seis meses que va en remolque bicicletero con sus padres y dos “peasso” hospitaleras que crean un ambiente muy, muy especial.
Durante la cena dimos buena cuenta de las dos botellas de tinto de Olite y a los postres nos zampamos de propina unos bizcochos que aportan Agnesa y Benoit (los lunamieleros). A pesar de que mañana la etapa es corta, me acuesto antes de las diez, ya que físicamente estoy agotado, no sin antes echar un vistazo a Fisterra y su faro.
20-9-08 CORCUBIÓN – FISTERRA
Hoy es el último día de andar y el tramo es poco más que un paseo de 9 kilómetros. Nadie tiene prisa, tanto es así que el primero en levantarse no lo hace hasta las ocho y media. Desayuno colectivo y salimos todos a ver y fotografiar a la estrella del día: Mario el peregrino de seis meses en “il suo carrino”.
Total, que empezamos a andar a las diez y aunque la etapa es fácil, las ampollas la convierten en algo durillo. En la playa de Langosteira me descalzo y pongo los pies en remojo para ver si alivio algo el dolor. Puede que sea psicológico pero cuando retomamos la marcha ando algo mejor.
El camino usa una senda entre pinos hasta el final de la playa y, al llegar a Fisterra, tiene la última subida ya que hasta el albergue es todo bajada. La distancia para hoy es tan poca que, a pesar de la pausa y el ritmo lento, hemos llegado muy pronto y el albergue no abre hasta las cuatro. Nos vamos de tapeo hasta la apertura.
A las cuatro efectuamos el último ritual caminil diario con la inscripción y la obtención de la Fisterrana. Hoy no está Bejo, pero nos atiende un bellezón sevillano que “quita er sentío”. Tras la ducha me regalo una siesta, más que nada para dejar descansar los pies. Hablando de eso, he decidido colgar estas botas en Fisterra por lo que me despido de ellas (no las quemaré, pero no volverán a casa).
A las siete empezamos el paseo hasta el faro tranquilamente, sin prisas y disfrutando del paisaje y la ligereza de peso. Al llegar al mojón cero Paco y yo nos felicitamos por haber logrado nuestra meta respectiva. Momento foto y hacia el frente con la preceptiva provisión cervecera para disfrutar de la vista y del lugar.
La fauna allí presente es mucha y variopinta pero da su punto al momento. Lo único que desluce la ocasión es el tiempo ya que la tarde está nublada y no va a ser la puesta de sol que desea todo el que aquí llega.
Con la última claridad y ante la plaga de insectos voladores indefinidos (moscas, mosquitos o lo que sea) que nos incordian, iniciamos el regreso a Fisterra para regalarnos una buena mariscada. Al tener permiso hasta las doce, nos vamos a O Centolo a dejar la Visa temblando. Ahítos de percebes, gambas, navajas, mejillones, centolla, langostinos, etc. nos vamos a tomar la última copa a la taberna Ultreia. Al filo de la medianoche llegamos al albergue para la última noche caminil.
21-9-08 EPÍLOGO
Realmente se nota que se acabó el andar ya que hasta que no ha llegado la hospitalera casi nadie se ha movido. Hemos salido a las nueve y hemos sido de los primeros. Desde el bar de enfrente hemos podido ver que la belleza hispalense ha tenido que volverse fiera para echar a los últimos.
Desayunamos a la espera del autobús de las diez. Paco va a A Coruña y yo a Santiago por lo que nos separaremos en Baio, pero a las nueve y media ha aparecido un personaje ofreciendo traslado a Santiago por un precio similar al del bus y finalmente ocho de los que esperábamos hemos aceptado la oferta.
Me despido de Jabato hasta que nos volvamos a ver en Barcelona la semana próxima. Y aúnque me queda un día en Santiago, aquí y ahora cierro mi trilogía del Camino.
El año que viene me voy a Cancún que es más barato.
FIN
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